En la nebulosa mental, donde los límites de la realidad desaparecen, me muevo entre sueños y desvelos. ¿Es este el despertar o un simple juego cruel que me retuerce? La línea entre lo tangible y lo efímero se desdibuja y me pierdo en pensamientos tumultuosos.
Recuerdo el inicio de esto, un camino accidentado que nos llevó a un rincón donde las sombras de los arbustos danzaban con la luz, donde los murmullos del pasado se entremezclaban con las promesas del presente. En ese rincón de quimeras, nuestro cariño creció como hierbas silvestres, desafiando las reglas de la razón y floreciendo en la penumbra compartida.
Me envuelve la intensidad de tu ser, como si fueras una tormenta amenazando con arrastrar todo a su paso. Tu alma, como un abismo, revela capas de complejidad y misterio. Cada movimiento en la cama es una coreografía de secretos entre el deseo y la desesperación. Desafías las convenciones, con un pasado oscuro que se despliega en las sombras de tus ojos. Pero aquí, en este presente incierto, brillas con una luz propia, una llama que arde en la penumbra de nuestros encuentros. Me enamoré de ti en los momentos en que la realidad se desvanece y solo quedan los ecos de nuestras risas y susurros.
En la trama de nuestra historia, cada palabra es una piedra en el camino marcando el sendero que seguimos. Me enamoré de ti no por tus perfecciones, sino por las grietas en tu armadura, por las cicatrices que narran historias de batallas internas. Tu corazón late al compás de una sinfonía caótica, una melodía que resuena con el pronunciar de cada S.
Ahora, en este instante entre el sueño y la vigilia, permite que estas palabras se inscriban en las capas más profundas de tu mente. Como una semilla plantada en tierra fértil, espero que crezcan y den fruto, recordándote la cruda belleza de nuestra conexión. Que, al despertar, encuentres en tu realidad la fuerza de este amor que desafía las fronteras de la cordura y se sumerge en la complejidad de la existencia compartida. Donde todo se tiñe de un carmesí intenso, una utopía de sometimiento y control que entrelaza tu destino, guiándote hacia el éxtasis de un encarecimiento sin precedentes. En este rincón, las paredes susurran secretos de deseo y confianza. Soy el arquitecto de tu rendición, construyendo una realidad alternativa donde los límites los marca el sonido de tu voz. Cada palabra que cae de mis labios es una orden susurrada al oído, cada caricia una marca que deja una impronta imborrable en tu piel y alma.
— ¿Qué te queda a ti? —Me preguntas mientras nuestros ojos se encuentran en un silencio cómplice—. Un errante poeta entre las calles, perdido en mis brazos y cautivado por la fragilidad de mi fortaleza.
— Me quedas tú. En ti, veo el reflejo de mis propios demonios, una mezcla de desenfreno y anhelo que resuenan en mi ser.
Por Deadniel